Sobreprotección, autoritarismo, ambigüedad… todo ello puede conllevar que los hijos se formen una idea de la realidad que puede o no servir para su correcta adaptación a las circunstancias vitales que les toque vivir. Entre todas estas características de diferentes tipos de educación podemos encontrar la exigencia exagerada.
Los padres excesivamente exigentes tienden a tener un estilo parental autoritario, que se caracterizan por tener un tipo de comunicación básicamente unidireccional y poco expresiva, con una jerarquía clara y que proporcionan reglas claras y rígidas, otorgando poca autonomía al menor y presentando un gran nivel de control y elevadas expectativas respecto a ellos. Sin embargo, si bien la disciplina y el esfuerzo son importantes, un exceso de exigencia puede provocar dificultades en el desarrollo psicoemocional de los niños y niñas, y los adolescentes como las que se pueden ver a continuación.
Lo importante es valorar su esfuerzo y sus logros, la confianza en las habilidades de los niños es fundamental de cara a motivarlos y aumentar su autoestima. Se recomienda que si hay algo que se quiera corregir, se intente indicar de manera positiva y sin incurrir en la crítica, o en todo centrar en la actividad o el objetivo a conseguir y no en el niño y su capacidad.